Artista: Spirits of Fire
Álbum: Spirits of Fire
Sello: Frontiers Music
Fecha: 22 de febrero de 2019
Nota: 7/10
Si por algo se caracteriza el sello Frontiers Music es por esos megaproyectos que suele llevar a cabo, juntando a auténticos monstruos en sus respectivos géneros y sacando álbumes que, a veces son un bombazo y a veces nos dejan a medio camino (un ejemplo de esta temática que está llevando a cabo este sello es el álbum que sacaron juntos Fabio Lione y Alessandro Conti, aunque el disco me dejó un poco frío la verdad). En el caso que nos ocupa ahora, el sello se ha vuelto a remangar para reunir a un puñado de músicos de nombres más que conocidos bajo el denominador común de Spirits of Fire, y lanzar al mercado un disco de heavy metal de la vieja escuela en su estado más puro.
La banda la componen, Tim “Ripper” Owens (Iced Earth, ex Judas Priest) a la voz, Chris Caffery (Savatage) a la guitarra, Steve DiGiorgio (Testament, Death) al bajo y Mark Zonder (Fates Warning, Warlord) a la batería. Bajo la batuta de Roy Z. Ramírez, productor de discos de Bruce Dickinson o Rob Halford entre otros, nos vamos a encontrar con un álbum, como decía antes, de metal de la vieja escuela en su estado más puro, de hecho en la página de Facebook del grupo vamos a ver que lo definen como “los clásicos Judas Priest mezclados con Testament”, y creo que la frase es una buena simplificación de lo que nos va a ofrecer el disco.
Y se puede resumir también de esa manera, porque nos vamos a encontrar justo lo que se espera al ver los nombres que forman parte de la banda, un disco que por momentos suena mucho a los Judas Priest más clásicos, por momentos tiene algún toque que recuerda a Testament, pero que en definitiva suena a ese heavy metal que se hacía entre los 80 y los 90 y que popularizaron bandas como las que forman parte del currículum del elenco de músicos elegidos para este mega proyecto de Frontiers.
Esto lo vamos a ver claramente en cortes como el que abre el disco, “Light Speed Marching”, que juega con ese ritmo que no es especialmente acelerado pero sí tiene un toque de rapidez, junto a unas guitarras muy afiladas y la voz tan aguda y característica de Tim Owens.
Otros cortes donde vamos a poder ver esta vertiente pero con un juego de ritmos diferente es “All Comes Together”, que es un tema más rápido que el inicial pero con un sonido bastante similar en el resto de los aspectos. O también puede ser buena muestra de esto el cuarto tema del álbum, “Spirits of Fire”, aunque en este caso quizá lo más llamativo sea el juego de cambios de ritmo (pocos, pero los hay) que nos vamos a encontrar en el mismo. Con uno de los mejores riffs del álbum seguramente, pero en definitiva un sonido bastante similar entre todas las canciones, y que no se sale del guion esperado al ver la formación.
En este aspecto quizá el quinto corte sí sea algo más sorprendente, al menos de inicio, que juega con guitarras limpias y sí que hay que reconocer que es el primer tema que tiene un sonido algo diferente de lo demás, más pesado y algo más oscuro, quizá con más influencias de Testament o de otras de las formaciones que hemos citado al citar a los músicos que componen este proyecto. “It’s Everywhere” sigue manteniendo ese riff de guitarra frenético pero esta pequeña variación en el sonido se agradece, porque evita que el disco se convierta en algo excesivamente lineal.
En los siguientes temas sí que vamos a ver algo más de variedad, muy pronunciada sobre todo en cortes como “Stand And Fight” y “Never to Return”, que son dos de esos que rompen con ese esquema de ritmo rápido y guitarras contundentes, sin renunciar a la potencia que pueden sacar del sonido sí que cogen un ritmo algo más lento en algunos compases y la voz baja de los agudos para dar un matiz diferente, y de paso demostrar esa versatilidad que se les presupone aunque sólo sea por la inmensa cantidad de años que llevan metidos en este negocio. En esta segunda mitad del álbum la mejoría es notable sin duda alguna.
“The Path” es el corte más largo que hay en el disco, con algo más de siete minutos de duración, y musicalmente es el más soberbio que nos vamos a encontrar, no porque use una variedad de sonidos amplia o tenga cambios de ritmo muy pronunciados (aunque hacía el final del tema hay un cambio abrupto dejando de usar toda la instrumentación y usando sólo guitarras y voz), sino porque es donde los músicos van a sacar lo mejor de sí mismos para dejar, entre otras cosas, un riff antológico en una combinación sonora que resulta muy interesante de escuchar, sin salirse de ese punto de heavy metal clásico, sí que muestra una completitud exquisita, siendo con diferencia el mejor corte del álbum.
El cierre del álbum es con un tema que hace las veces de balada titulado “Alone in the Darkness”, usando unos cuantos recursos no vistos hasta ahora y que de nuevo le dan un plus al álbum, cerrando un disco que se queda en un buen disco pese a todo. Se espera un disco con mucha calidad viendo los músicos que componen la banda, pero como ha pasado varias veces en estos megaproyectos de Frontiers Records, los discos tienen una mitad muy buena y una mitad muy lineal, lo que hace que el resultado en conjunto no fuese todo lo bueno que podría ser a priori. A pesar de ello, a fans de bandas como Judas Priest o Testament sin duda les gustará este álbum.
Joseph Draven