Penúltima entrega de ROMPIENDO MITOS que nos trae Salva Arteaga para desmontar la creencia de que los 90 fueron malos para el metal. Hoy 1998.
1998
1998 mantenía la tónica general de la segunda parte de la década de los 90, es decir, muchas destacadas producciones de bandas de power metal, que fue el género que dominó estos años a nivel de popularidad. También veremos, al menos en este año, un descenso importante en producciones de metal extremo, aunque algunas de las que hay merecen un apartado en este capítulo.
Por otro lado, hay un intento de repunte (fallido) del thrash metal. Las bandas más consagradas del género siguen editando trabajos no a la altura de sus predecesores. Son los casos de Slayer y su “Diabolus in musica”, Sepultura con “Against” o el “Disco destroyer” de los alemanes Tankard. Afortunadamente para los seguidores del género, en unos años el thrash renacería con la misma fuerza que en los años 80.
COMENZAMOS
Y empezaba este penúltimo año de la década con un auténtico discazo. Después de dos más que interesantes avances, los alemanes Edguy sacaban a principios de este año “Vain glory opera“, el principio de una serie de discazos que culminaría en el año 2001 con una de las obras cumbres del power metal de todos los tiempos como fue “Mandrake“. En este “Vain glory opera” las composiciones son mucho mejores que en los dos primeros discos, la producción, obra del guitarrista de Stratovarius Timo Tolkki, le da un plus más a este disco que junto al anteriormente mencionado “Mandrake” son las dos grandes obras de Edguy.
Siguiendo con más power, desde Tenerife (nueva casa de los alemanes Helloween), llegaba una nueva entrega. Esta vez llevó el título de “Better than raw“, y aunque no está a la altura de los dos anteriores con Andi Deris a la voz, no deja de ser un grandísimo disco donde, aparte de las clásicas canciones de estos “nuevos” Helloween por ejemplo “Hey Lord” o “I Can“, destaca una impresionante y cañera apertura titulada “Push” o la rareza “Laudate dominum” canatada en ¡¡¡Latín!!!. Grandísimo trabajo de Helloween que lo coronan con una espectacular portada que recuerda a la del single “Dr. Stein“.
Una semana después de la puesta en circulación del disco de Helloween llegaba a la calle el esperadísimo disco debut del nuevo proyecto de Max Cavalera una vez había salido de Sepultura. “Soulfly“, como también se llamó a la banda, fue el título elegido para este primer album. Un disco que poco tiene que ver con lo que Max estaba haciendo con Sepultura y que se adentra sin miedo en territorios Nü Metal con toques hiphoperos a veces. Max se hizo acompañar para sus colaboraciones de músicos de renombre de bandas como Deftones, Fear Factory o Limp Bizkit, lo que también nos daba pistas sobre lo que “iba esto”. Para disipar dudas, su primer video de adelanto, “Bleed“, alejaba a los fans más acerrimos de Sepultura de esta nueva propuesta de su, hasta el momento, idolatrado Max.
Una semana después, el 28 de abril, y volviendo al power, los también alemanes Blind Guardian editaban el que para muchos (yo me incluyo entre ellos) el mejor album de su carrera. “Nightfall in Middle Earth” es un disco conceptual basado en el libro “Silmarillion” de J.R.R. Tolkien. Se compone de 22 cortes donde la mitad son canciones y la otra mitad interludios narrando la historia. Es la primera vez que Hansi Kursh se va a encargar exclusivamente de la voz, dejando las labores de bajo a Oliver Holzwarth, que fue miembro no oficial de la banda hasta su posterior salida en 2011 para incorporarse a Rhapsody.
El 5 de mayo aparecía el tercer disco de los británicos Cradle of Filth y con él la etapa más brillante de la banda. Ya con “Dusk….” (1996) habían llamado la atención de muchos, pero este año con “Cruelty and the beast” daban un puñetazo sobre la mesa asombrando a medio mundo con su black melódico y sinfónico. Pero este disco fue acompañado de otras dos joyas más. “Midian” (2000) y “Damnation and the day” (2003) que completaban una magnífica trilogía que la banda de Dani Filth no había podido volver a igualar hasta su último disco hasta el momento “Hammer of the witches“.
Iced Earth es una de las pocas bandas de thrash que en este año sacaron disco y que además fue muy bueno. Ya venían de un gran disco como “The dark saga” (1996) pero este nuevo trabajo titulado “Something wicked this way comes” lo superó con creces. Fue el regreso de su primigenio batería Mark Prator y el primero con el guitarrista Larry Tarnowski que estaría en la banda hasta el año 2003. Para muchos, “Something wicked this way comes“, es el mejor disco de los norteamericanos.
“Obsolete” es el segundo disco de la tripleta de grandes obras que los estadounidenses Fear Factory sacaron en un periodo de 6 años. “Demanufacture” que vimos en el capítulo del año 1995, este “Obsolete” y el editado en 2001 “Digimortal“. Estos trabajos de los de Los Angeles, destilaban rabia, potencia y melodía todo bien aderezado con un sonido industrial demoledor que iba de la batería enloquecida de Raymond Herrera hasta la guitarra de Dino Cazares pasando por la particular voz de Burton C. Bell y el bajo de Wolbers. Un disco imprescindible para los amantes del metal industrial.
El 5 de octubre de 1998 fue el día elegido por dos bandas de power metal para sacar sus nuevos álbumes. Por un lado, un nuevo asalto de los fineses Stratovarius, con otra maravilla, esta vez titulada “Destiny“, que era la perfecta continuación a sus dos grandiosas obras anteriores “Episode” (1996) y “Vision” (1996). El disco se abre con una apabullante “Destiny” de más de 10 minutos que ya bien merece la adquisición del disco. Después encontrarás las clásicas composiciones de Stratovarius en “S.O.S.“, “No turning back” o la quie cierra el disco “Anthem of the world” con casi 10 minutos de duración.
La otra publicación de este día fue la segunda entrega de los italianos Rhapsody. La continuación a su primer disco “Legendary Tales“, y por lo tanto a la historia fantástica que nos estaban narrando, llegaba con “Symphony of enchanted lands“. El disco, a pesar de solo tener un año de diferencia con su predecesor, denota una evolución bastante evidente en sus composiciones además de en la producción obra de Sasha Paeth y Miro (actualmente guitarra y teclado respectivamente en Avantasia). En este disco tenemos una de las canciones más aclamadas de la banda, “Emerald sword” que da título a la saga que nos seguirán contando también en su obra maestra del año 2000, “Dawn of victory“.
El año metalero se cerraba con el lanzamiento del segundo album de los finlandeses Nightwish. “Oceanborn” llevó por título y fue una importante piedra más en la construcción de la banda que es ahora. La carrera de Nightwish va hacia arriba sin parar. “Angels fall first” (1997) es muy bueno, pero este “Oceanborn” es mejor, aunque con “Wishmaster” (2000) ya se consagrarán como una de las bandas más importantes del continente. El disco contiene auténticos temazos como el que abre, “Stargazers“, “The pharaoh sails to Orion“, “Sacrament of wilderness” o las dos preciosas baladas que lo cierran, “Walking in the air” y “Sleeping sun“.
Como has podido observar, el power metal en este final de década es casi el dueño absoluto del panorama, sobretodo a nivel europeo (en Norteamérica llevan un rumbo diferente, como casi siempre). Este dominio va a empezar poco a poco a ser compartido de nuevo con otros estilos que en el último año de los 90 y los primeros del nuevo siglo tomarán fuerza. Si, como siempre, ves que falta algún disco en este repaso a 1998, coméntanoslo en nuestro Facebook.
Redacción y dirección: Salva Arteaga
PUEDES LEER LOS OTROS CAPÍTULOS AQUÍ