Último capítulo de la serie ROMPIENDO MITOS. En esta ocasión, Salva Arteaga nos introduce en el último año de la década, 1999.
1999
Llegamos al último de los capítulos de esta serie. Llegamos al año 1999. Fin de la década y del siglo XX. Década que como hemos visto en los capítulos anteriores se ha ido moviendo entre varios géneros. Algunos estuvieron solo en la primera parte de estos 90, por ejemplo el glam metal, otros aparecieron casi acabándolos, caso del folk metal, y dos fueron dominadores casi absolutos de tosos estos años. Por un lado el metal extremo, sobre todo death metal (con todas sus variantes en EEUU y Europa) y black (básicamente noruego) y el power metal focalizado sobre todo en Finlandia, Alemania e Italia.
En 1999 seguiría esa tendencia y serán muchas las bandas de extremo y de power las que sigan sacando discos. Como siempre ocurre en estos casos, la saturación de bandas de un género provoca la salidad discos de calidad y otros innecesarios y así ocurrió. En estos años aparecen muchísimas bandas que son copias malas de las que ya existían y que lo único que van a hacer es colapsar el mercado discográfico y, por ende, hacer que la gente comience a perder el interés en esos géneros. Solo tendremos que ver el caso del power en los siguientes años, que entrará en una caída libre.
Un año en que también tendremos unas cuantas decepciones. En este apartado podemos contar los discos de bandas consagradas que no obtienen una buena calificación. “Helldorado” de W.A.S.P. es uno de esos casos, el escandaloso (y falllido) giro al nü metal de Machine Head con “The burning red“, el triste “Bloodthirst” de Cannibal Corpse o el experimento titulado “Endorama” que sacaron los alemanes Kreator y que, sin ser un mal disco, si que dejó descolocada a toda su parroquia.
Este último año será bastante curioso porque tendremos muy buenos discos pero todos vendrán desde Europa. Solo la presencia de Testament con su “The gathering” representará al otro continente, mientras que la parte europea “será defendida” principalmente por bandas del norte.
COMENZAMOS
Al igual que el año anterior, este comenzó con un discazo de los alemanes Edguy. Si en 1998 fue el “Vain glory opera“,el 27 de enero de este 1999, los chicos de Tobias Sammet publicaban una nueva joya del mejor power metal que llevó por título “Theater of salvation“. Un disco que siguió los mismos parámetros que su antecesor y que contenía el tema más largo hasta el momento de la banda, que fue el que le daba título al disco y que casi alcanzaba los 15 minutos. Con este, el “Vain glory opera” y el siguiente trabajo “Mandrake” (2001) se completaba una tripleta espectacular de discos, lo mejor sin duda en la discografía de Edguy.
“Act seven” es el séptimo album (aunque sexto en estudio) de los también alemanes Crematory. Eso sí, la festividad y alegría de Edguy no va con esta banda. A Crematory le gustan más los sonidos oscuros, fronterizos al black, rozando el death, tocando el heavy y acariciando el electro. Para muchos, entre los que me encuentro, “Act seven” es la mejor obra editada por Crematory junto a “Revolution” (2004).
Children of Bodom vuelven a escena. Después de su fantástico debut de 1997 titulado “Something wild” ahora volvían con un mejor trabajo. “Hatebreeder”, también conocido como el disco verde, va definiendo más el sonido particular de la banda que ya se verá absolutamente plasmado en otra obra de arte como fue “Follow the reaper” (2000). Tanto el “Follow…” como este parecen ,a día de hoy, discos de grandes éxitos, pues todas y cada una de las canciones que lo componen son auténticas joyas.
Y otros que son fijos en estos capítulos son In Flames. Los suecos no han faltado a ninguna de las citas en los años que han sacado disco y este 1999 no iba a ser menos. Y es que este año sacarían uno de sus mejores trabajos al que le darían el nombre de “Colony”. Pero es que en estos momentos, estaban facturando grandísimos trabajos. Luego vendría un cambio a sonidos más “suaves” en los próximos discos y su siguiente paso fue más allá convirtiéndose, en sus últimas entregas, en una caricatura de lo que fueron en los 90 y principio de los 2000.
Lacuna Coil llegaba con su gothic a dos voces, la gutural de Andrea ferro y la limpia y preciosa de Cristina Scabbia, desde Italia a presentar batalla al dominio de las bandas alemanas y nórdicas del estilo. Y lo hicieron, primero con un interesantísimo EP en el 98, y este año con su primer larga duración titulado “In a reverie”. No es su mejor disco, pero si que es la primera piedra a una exitosa carrera y la definitiva puesta en escena de un estilo propio. Si no fuera un buen disco, Century Media no se hubiera fijado en ellos desde el principio.
Testament representan este año al continente americano. Y lo hacen con un disco que merece ser rescatado por varias razones. La primeras es porque es un muy buen disco. Es un disco algo diferente a lo que nos tenían acostumbrados, más rápido, más agresivo. Segundo porque es el último disco que sacan hasta 2008 que vuelven con la maravilla titulada “The formation of damnation”. Por otro lado, es un disco que tiene un line-up poco habitual en la banda de California, incluso la batería la lleva el ex-Slayer (en ese momento) Dave Lombardo.
Habíamos hablado hace unos capítulos que comenzaban a aparecer una serie de géneros nuevos, como el Folk Metal o el Gothic. En este último, aparecen un buen puñado de bandas. Una de ellas ya la vimos, Lacuna Coil, pero la mayoría saldrán del norte de Europa, todas con un estilo parecido. Estas son, por ejemplo, Him, Entwine, Poisonblack o los que nos ocupan ahora, To/Die/For. El disco de debut de los finlandeses titulado “All eternity” es una obra maestra, oscura, meláncolica, solitaria y, lo mejor, con una mejor continuación igual de buena dos años después con “Epilogue”.
“The avenger” fue el segundo disco de Amon Amarth y fue el primero en llamar realmente la atención a nivel continental. Es a partir de este disco cuando se empieza a tomar en consideración a la banda fuera de su país. Un disco con ese característico sonido que no han abandonado hasta hoy, pero con más contundencia quizás que en la actualidad y con esas melodías y esos riff marca de la casa, Amon Amarth editaban un potente y casi perfecto álbum que está entre los preferidos de los fans de la banda. Por ello fue reeditado en 2009 en edición deluxe con un cd extra en directo.
Sin bajarnos del carro del extremo, en Polonia se publicaba otra joya oscura y cañera. “Satanica” era el cuarto album de la banda de death-black metal Behemoth. Polonia ya empezaba a destacar por sus bandas extremas de alta calidad y más alta agresividad entre las que podemos enumerar a Graveland, Decapitated o los archiconocidos Vader. Behemoth era la cuarta pata de la mesa y con este “Satanica” daban un golpe sobre la mesa haciéndose un hueco definitivo en los puestos más altos del metal extremo europeo. Logro más que merecido con este pedazo de discazo.
En noviembre cerramos el año, década, siglo (y capítulos de esta serie) metaleros con dos nuevas joyas del power metal. Por un lado, el disco de debut de los finlandeses Sonata Arctica que llevó por título “Ecliptica”. La banda de Tony Kakko sacó un increíble disco de estreno que dejó a todos impactados. Cogiendo como referencia a sus paisanos Stratovarius, poniendo algo más de velocidad y mucha más melodía, Sonata Arctica se saca de la manga un disco repleto de himnos power y que ha pasado a ser uno de los discos más importantes del género. Lástima la innecesaria y poco afortunada regrabación de este disco en 2014, tan prescindible como necesario el original.
Dos días después, el 24 de noviembre, el guitarrista de Rhapsody, Luca Turilli, en un estado de forma compositivo como no ha vuelto a tener jamás, sacó a la luz su primer album en solitario titulado “King of the nordic twilight”. Un album de power metal del de dragones, princesas y bosques en el que además de las grandísimas composiciones que contiene (los dos siguientes discos en solitario no se le aproximan a este ni siquiera un poco) nos descubre un espectacular vocalista, el alemán Olaf Hayer que mejora aún más la propuesta (para quien no lo conozca, que escuche su banda Dionysus y sobre todo el discazo que grabó con Symphonity).
Así terminaba la década de los 90. Una década que a priori podría parecernos que fue negativa para el metal, pero que con estos 10 capítulos queda demostrado que no es que fuera negativa, sino más bien lo contrario a la vista de la cantidad de obras maestras que salieron en estos años.
A lo largo de estos capítulos hemos desmontado este mito con más de 100 discos (más otros muchos que se quedaron fuera) que demuestran que el metal de los 90 estaba más que vivo y en algunas otras ocasiones reinventándose. Espero que te haya gustado esta serie, te haya servido para aprender algo y, sobre todo, que la hayas disfrutado. Si quieres comentar algo ya sabes que tienes la opción en nuestro facebook.
Salud y vivan los 90.
Redacción y dirección: Salva Arteaga
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