Artista: Sascha Paeth’s Master of Ceremony
Album: Sings of Wings
Sello: Frontiers Music
Fecha: 13 de septiembre de 2019
Nota: 9/10
Hablar de Sascha Paeth es pensar de inmediato en Avantasia, ya que ha estado en el megaproyecto de Tobias Sammet desde el inicio, primero como productor y desde el tercer álbum como guitarrista. A estas alturas y tras varias giras mundiales, no vamos a descubrir al gran guitarrista que es el alemán, pero quizá sí que podemos descubrir su faceta como compositor, algo menos conocida.
Para la ocasión el músico alemán se ha rodeado de un elenco de músicos conocidos y de calidad más que contrastada, contando así con un metrónomo como Felix Bohnke (Avantasia, Edguy) a la batería, André Neygenfind (Avantasia) al bajo, Corvin Bahn (Crystal Breed, Perpetual) a los teclados y, una de las mayores sorpresas del disco, la cantante estadounidense Adrienne Cowan (Seven Spires). Con estos músicos el sello italiano Frontiers Music lanza por fin una obra de Sascha Paeth al mercado, once canciones que tienen un sonido exquisito y, sobre todo, variado, logrando agradar a los oídos más exigentes.
Comienza el disco con “The Time Has Come”, un corte con un inicio potente en base a unas guitarras sumamente contundentes, una línea de bajo muy potente y con un poderío incuestionable y una batería como solo el bueno de Felix Bohnke es capaz de hacer, totalmente arrolladora. La voz de Adrienne Cowan tiene un registro amplio y muy variado, aunque en este corte en particular vamos a ver una faceta bastante agresiva, para dotar de mayor potencia al corte; esta línea vocal incluye unos guturales que muestran una versatilidad por parte de la estadounidense muy a tener en cuenta. El estribillo de la canción es realmente sublime en todos los sentidos. Con la segunda estrofa la voz se torna algo más agresiva que en la anterior empleando para ello unos agudos soberbios, y mostrando esa versatilidad que decía previamente. Desde luego, la apertura del disco es una canción completa, con gancho, con mucha potencia, siendo así una apertura inmejorable para enganchar rápidamente al oyente.
Sigue la reproducción del álbum con “Die Just a Little”, un corte con un ritmo algo más lento y con una atmósfera algo más oscura que en el caso anterior, lo que nos muestra un buen uso de los recursos sonoros de la formación para hacer canciones que, manteniendo un hilo conductor y sin perder su sello particular, pueden tener un sonido relativamente diferente. En esta ocasión vamos a encontrarnos con una faceta más melódica en la voz, con un bajo realmente maravilloso como uno de los principales apoyos en la parte instrumental. El trabajo de Sascha Paeth a la guitarra es marca de la casa, sencillamente excepcional, con una línea que por momentos podría parecer sacada de un disco de Avantasia directamente y sin ningún tipo de problema. Una faceta diferente con un resultado igualmente sublime, dejando así unos primeros minutos realmente excelentes.
“Radar” tiene una mayor presencia de teclados, lo que nos aporta de nuevo una visión diferente de la música que desempeña la formación. Con la irrupción de este instrumento de forma tan clara se mantiene esa oscuridad generada en el corte anterior, aunque en esta ocasión el ritmo es algo más rápido que en el tema anterior. La voz suena ligeramente desgarrada, aportando así un componente de agresividad en la canción que hace que su calidad suba enteros, manteniendo este aspecto en todo el corte salvo en los estribillos, que son pegadizos y acaban con un gutural de esos que ponen los pelos de punta. Una canción muy completa y que tiene mucho gancho, que nos sigue manteniendo pegados a los altavoces a base de calidad y auténticos cañonazos como canciones.
En cuarto lugar tenemos “Where Would It Be”, una canción que tiene un inicio maravilloso, si uno cierra los ojos los primeros segundos parece por completo un corte sacado de un disco de Avantasia. El trabajo de la percusión es descomunal, mostrando de nuevo que la elección de Felix Bohnke es más que acertada para este álbum, ya que aporta enteros con su forma de tocar la batería. La voz es algo más suave al inicio, aunque va cogiendo fuerza a medida que pasan los segundos. Unas líneas de guitarra sublimes y un sobresaliente estribillo son los ingredientes que faltan para lograr un tema que roza la perfección. Un más que interesante trabajo con unos giros muy buenos y muy establecidos. También hay que prestar mucha atención al solo de guitarra que nos vamos a encontrar, ya que es totalmente descomunal.
Llegamos al ecuador del álbum con “My Anarchy”, una canción que con el título que lleva nos invita a pesar en un tema agresivo, con mucha garra, potente y derrochando fuerza en cada segundo de reproducción. Esta sospecha se confirma en cuanto comienzan a sonar las primeras guitarras, que son realmente arrolladoras. Un corte contundente, agresivo y con un resultado exquisito. Este resultado se logra, además de con esas guitarras tan arrolladoras comentadas, con un trabajo vocal de quitarse el sombrero por parte de Adrienne Cowan, así como con unos teclados sublimes. Los giros, sobre todo los vocales, entre estrofas y estribillos son una verdadera delicia musical salida de la mente de un genio como Sascha Paeth, un resultado realmente espectacular para dejar registrado uno de los mejores cortes del disco, uno de esos de ponerse varias veces seguidas para poder degustarlo al máximo.
“Wide Awake” es un corte que al inicio baja de nuevo las revoluciones respecto a lo inmediatamente anterior, para ofrecer una canción plagada de fuerza en todos los instrumentos. Esto puede sonar contradictorio, pero es cierto que pese a esa bajada de ritmo la fuerza que desprende el corte se mantiene intacta en base a una base rítmica potente y arrolladora que sirve como el colchón ideal para que el resto de músicos desplieguen un trabajo espectacular, por lo que nos vamos a encontrar un solo antológico por parte de Sascha Paeth, uno de esos que invitan a hacer “air guitar” sin darse cuenta, y de nuevo un trabajo vocal sorprendente y sobresaliente, todo junto logra dejar registrado un tema que si de algo va sobrado es de potencia.
Seguimos con “The Path”, un corte que tiene un inicio totalmente sinfónico, usando para ello un cello y los teclados para que la voz entre a dejar muestras de las exquisitas melodías que es capaz de entonar. Un tema que trabaja como balada, un corte que es sencillamente sublime, con un sonido muy trabajado, delicado y exquisito, con unas armonías maravillosas y unas melodías adictivas, un resultado realmente soberbio y que nos muestra, una vez más, que la banda posee un abanico de recursos muy importante, lo que les permite llevar a cabo canciones como esta logrando que el hilo conductor del álbum no se pierda, que el sonido encaje con lo escuchado y, sobre todo, que el nivel de calidad siga siendo muy alto.
Volvemos a unas guitarras afiladas y una percusión potente en “Sick”, siendo quizá el tema más agresivo del álbum. Tiene un bajo sublime y una voz que saca su lado más agresivo para crear una canción sensacional y que deja la sensación, como decía, de ser el corte más agresivo de todo el disco, derrochando potencia y garra sin guardar absolutamente nada. Es una de esas canciones que tienen olor a single ya que es capaz de aglutinar en poco más de tres minutos todo lo que puede ofrecer el sonido de la banda, teniendo momento para un sonido más melódico pero centrándose en esa vertiente más cañera, una canción realmente excepcional.
Nos vamos acercando a la recta final del disco con “Weight of the World”, un corte que tiene un maravilloso juego inicial entre la batería y la guitarra que desemboca en un tema que coquetea descaradamente con el power metal. Con una batería arrolladora y un estribillo con potencia y grandilocuencia, vamos a poder contemplar un trabajo espectacular para dar forma a una canción que aprovecha al máximo todos los recursos que posee la formación, logrando así dejar una canción de las más destacables del álbum y un verdadero vendaval sonoro.
“Bound in Vertigo” tiene un inicio potente, con un solo de guitarra sensacional. El bajo en esta canción es una verdadera maravilla, siendo el mayor apoyo que vamos a encontrar al gran despliegue vocal que vamos a poder apreciar en este corte. Si hay una parte a la que hay que prestar especial atención es al estribillo, que es de los que captan seguidores, sin duda alguna. La canción tiene un ritmo pegadizo y un trabajo muy bien ejecutado, siendo estos los principales ingredientes para dejar un resultado espectacular, uno más en un disco que tiene una calidad muy alta.
Cierra el álbum el corte que le da título, “Signs of Wings”. Un corte que de nuevo tiene un inicio sinfónico exquisito, con un cello haciendo auténticas maravillas. La entrada de la artillería pesada nos deja una canción repleta de fuerza para cerrar el álbum. Un juego de sonidos y ritmos excelente, que dejan una combinación tan bien ejecutada que termina por ser la mejor canción del disco, o al menos a mí me ha parecido la mejor con diferencia, por ser la más completa, quizá no la más potente pero sí la que mejor combina las vertientes más melódica y más potente para realizar un cóctel realmente explosivo, una verdadera maravilla sonora que, como ya he citado en alguna ocasión anterior, merece la pena escuchar varias veces para poder degustarlo en su totalidad.
En resumen, nos encontramos ante un disco que tiene un buen abanico de recursos para lograr un sonido excelente, muy definido, que va sobrado de potencia sin renunciar a partes más melódicas. Unos músicos que han ejecutado sus partes a la perfección en un disco salido de la mente de un genio musical como Sascha Paeth, un álbum que merece la pena ser escuchado detenidamente, ya que tiene mucho que ofrecer incluso a los oídos más exigentes.
Joseph Draven