Artista: KAMELOT
Álbum: The Awakening
Sello: Napalm Records
Fecha: 17 de marzo de 2023
Nota: 8/10
Mantener unas expectativas altas antes de sacar un nuevo disco y no fallar es difícil. Mantener un nivel alto en tus producciones discográficas y no fallar es difícil. Llevar tantos años en los puestos más destacados del metal y no bajar de ahí es difícil. Pero por lo que se ve, difícil no es una palabra que exista en el diccionario.
Pero ante esto tengo una pregunta como fan grandísimo que soy de esta banda. ¿hay trampa en su propuesta?. La respuesta es tan ambigua, tan complicada como “sí y no”.
Y es que es ahora cuando aparece aquí la tan manida disputa entre los que llaman a gritos a las bandas para que tengan una evolución y no siempre hagan lo mismo y los que se quejan de que las bandas cambien de estilo o modifiquen su sonido traicionando sus raíces. Lo que está claro es que como dice el refrán, “nunca llueve a gusto de todos”.
KAMELOT desde la época de Khan creó su propio sonido y , con muy pequeñas modificaciones, lo ha mantenido durante más de 20 años. Este “The awakening” no es ajeno a eso y se aferra a ese sonido sin arriesgar lo más mínimo. Y volvemos a preguntarnos, ¿eso es bueno o malo?. La respuesta de nuevo es ambigua, puede ser bueno o malo, depende del oyente.
Y creo que aquí es donde va a radicar el éxito mayor o menos de este trabajo, en el oyente. El fan va a decidir si este nuevo trabajo de la banda de Thomas Youngblood pasará como un álbum más o como una de los mejores de los estadounidenses.
Por la parte que me toca como seguidor de Kamelot desde que los descubrí con el “The Fourth Legacy” a principio de los 2000, unos años después de que lo publicaran, debo decir que el tiempo colocará (me colocará) en la posición que le corresponda a “The awakening”, pues es un disco que después de haberle dado ya más de una decena de escuchas, el disco tiene cosas buenas, mejor dicho, muy buenas, y otras más criticables desde un punto de vista negativo.
Empecemos por las cosas positivas. Algunas de ellas son objetivas, como la portada, probablemente de las mejores (si no la mejor) de toda su carrera, obra de Giannis Nakos que ha trabajado en los últimos trabajos de Evergrey y quien se estrena con Kamelot.
Por otro lado, la producción, con Sasha Paeth a los mandos, quien hace un trabajo pulcro y en el cual somos capaces de escuchar todas esas capas de sonidos sin que ninguna tape a otra. Grandísimo trabajo.
Por último, los músicos entre los que quiero destacar a un batería que me encanta y me gusta mucho que haya recalado en la banda como es Alex Landenburg y que para mí encaja mucho mejor en el sonido de Kamelot que su antecesor Johan Nunez, y sobre todo, Tommy Karevik. ¡Vaya trabajo se ha marcado!. Probablemente su mejor actuación desde que es vocalista de la banda. Su voz está llena de matices y con cada escucha, y repito que yo llevo ya unas cuantas, descubre (y disfrutas) de nuevas.
Pero no todo es color de rosa, o sí, y es que este disco nos mantiene en esa disyuntiva constante. La parte no tan positiva es la que tiene que ver con las composiciones. Estamos en un disco quizás un poco excesivo en el minutaje, casi una hora, y con 13 cortes, 11 temas , una intro y una outro que funcionan muy bien como apertura y cierre circular del álbum. Esta duración quizás puede ser un lastre.
El disco comienza, después de la típica intro de la mayoría de los discos de KAMELOT, con un temazo , ‘The Great Divide’, que será uno de esos clásicos de la banda desde ya. Por cierto, que el tema fue co-escrito por Jani Liimatainen. A este le sigue mi corte favorito del disco ‘Eventide’ con un estribillo lleno de sentimiento y melodía. Otro de los temas destinados a ser un fijo en los conciertos es el primero de los singles de adelanto ‘One More Flag in the Ground’, aunque en estas últimas escuchas el estribillo, que es bueno, quizás acaba empalagando de tanto repetirlo, aunque tiene pinta que funcionará a las mil maravillas en directo.
‘Opus of the Night (Ghost Requiem)’, es un temazo, rápido, melódico pero que da la sensación de deja-vu y es que he notado a lo largo del disco unas dos o tres veces en que las melodías parecían como recicladas de discos anteriores, también me sucedió, por ejemplo, en algún pasaje de “Bloodmoon”.
‘Midsummer’s Eve’ es un baladón, de los mejores de la banda, con la participación de la violonchelista Tina Guo que aparece con mucha efectividad de nuevo (la primera vez fue en el corte anterior) y nos deja un solo de chelo magnífico.
Es a partir de aquí, justo después de terminar la balada, cuando la sensación de que el disco decae nos sobrevuela. ¿La razón?, quizás el nivelazo de temas de esta primera parte y que en la segunda parte del disco no es tan constante.
De esta segunda parte destacó ‘The Looking Glass’, ‘New Babylon’ donde participan Simone Simons y Melissa Bonny y que enriquecen el corte. El cierre con ‘My Pantheon (Forevermore)’ es el perfecto para este disco.
Y ahora, podrás estar preguntándote, ¿Dónde está la parte mala que decías al principio?. Pues en que el disco no sorprende en absoluto. Es un disco totalmente predecible, que suena a KAMELOT, que sabes lo que va a pasar en cada canción, pero que como llevo insistiendo todo el tiempo, esto es bueno o malo según se mire. Estarán los que se quejen de que es un disco continuista de los anteriores (que lo es), que suena como si fueran temas de alguno de los discos anteriores (que lo podrían ser), pero a favor tiene que es un disco que si eres fan de KAMELOT y buscas el sonido de la banda lo vas a encontrar al 100%, que siguen construyendo un power metal elegante, con unas instrumentaciones soberbias y unos estribillos magníficos.
En definitiva, se trata de un disco que te gustará más o menos según lo que busques en él. Eso es algo totalmente subjetivo, pero lo que es objetivo es que Kamelot han realizado, otra vez, un disco de una calidad poco común para bandas que llevan en la brecha casi tres décadas.
Salva Arteaga