Retales + Ravenblood + Embers of Pride
Sala Gruta 77 – Madrid – 1 de Noviembre de 2019
Una sala mítica como el Gruta 77 de Madrid, un festival de los que sin hacer mucho ruido consiguen montar carteles interesantes a base de esfuerzo y un trabajo descomunal y tres bandas dispuestas a tirar abajo la citada sala, ¿se necesita algo más para pasar la resaca de Halloween de la mejor manera posible? Nuestros compañeros de Zombie War Management opina que no, y por eso llevan ya 3 ediciones de su festival, el Zombie War Fest, que para la edición de 2019 ha contado con la banda madrileña Retales, los catalanes Ravenblood y los también madrileños Embers of Pride en su puesta de largo sobre los escenarios.
Los encargados de abrir la velada fueron Embers of Pride. La banda comandada por el incombustible Fran Zafra se presentaba, en forma de quinteto (Álvaro Cobo a la voz, Fran Zafra y Fer G. Torrecilla a las guitarras, Sebas Arroyo al bajo y Chus Ortiz a la batería), para dar una buena descarga de esa propuesta tan propia que han logrado mezclando elementos de Nu Metal con Groove y Grunge, cogiendo cosas de aquí y allá para lograr un sonido propio y con mucha personalidad.
Comenzaron con “The Story”, dejando claro que estaban dispuestos a dar un concierto descomunal, algo que se terminó de confirmar con “My Sunken Man”.
Entre medias de cada tema, Álvaro dedicaba unos instantes a agradecer al público, a la sala, a la organización y a las otras dos bandas por montar este evento, con mención especial al público (algo que fue común en las tres formaciones) por “romper el puente para estar en el Gruta 77 viendo este evento”.
“Wide Open” fue una de las canciones que más me convenció, con un potencial y una fuerza impresionantes, que muestran claramente que esta banda tiene mucho que ofrecer. Si hubo una constante en todo el show de Embers of Pride fue precisamente esto, un derroche de potencia y fuerza imponentes, músicos muy entregados que disfrutaron y no se dejaron nada en la reserva.
El cierre, con “White Noise”, fue simplemente espectacular, dejando a la gente muy satisfecha y con ganas de más. Por mi parte con el EP que editaron ya dije que habría que estar muy atento a los pasos de la formación, pero la entrada del nuevo guitarrista les ha dado un plus de potencia que hace que su sonido sea más agresivo, y esto realza aún más esa fuerza que tienen las composiciones de Embers of Pride, por lo que habrá que seguir de cerca sus pasos.
La formación catalana, con Daniel C. Pérez a la voz, José Luis Gil y Arnau Vallve Gispert a las guitarras, Raúl Romero al bajo y Pau Bonert Figols a la batería, venía presentando su último trabajo discográfico, “Essentia”.
Con una propuesta que juega con un death metal con toques sinfónicos la formación estaba dispuesta a dar una demostración de fuerza y mala leche importante, y lo lograron sin duda alguna, aunque debo decir que creo que el sonido no les terminó de hacer justicia, ya que sonó todo un poco enlatado, haciendo que en algunos momentos se perdiese la voz.
Pese a este pequeño hándicap, dejaron claro que sobre el escenario son un auténtico vendaval, algo que quedó patente en cortes como “Alone” o “Purge”, canciones que rebosan potencia y esa mala leche que decía anteriormente, siendo verdaderos huracanes sobre las tablas del Gruta 77 y haciendo las delicias de un respetable que, todo sea dicho, había disminuido algo en número respecto al show de Embers of Pride (algo que nunca me ha gustado que suceda).
Con la gente muy entregada al espectáculo que se estaba viviendo siguieron desgranando un set list pensado para destrozar cuellos, todo ello mientras el cantante conseguía sacar las risas del público entre medias de las canciones con un repertorio humorístico que dejó claro que si en algún momento decide dejar la música, puede buscar un camino en el mundo del humor sin ningún tipo de problema, algo que amenizó mucho el show y arrancó en varias ocasiones los aplausos del público.
“Pathfinder” fue una de las canciones que más me gustaron sobre las tablas, junto al corte que cerró el show de RavenBlood, “Wave Wings”, dos canciones que me parecieron auténticas bombas nucleares en plena explosión, y esta última además cerrando el evento igual que lo iniciaron, con una potencia y una fuerza que hicieron temblar hasta los cimientos de la mítica sala madrileña.
Los encargados de cerrar el evento eran los madrileños Retales, formación compuesta por Israel Almendro a la voz, Alberto Aparicio y Javier Ruíz “Romario” a las guitarras, Alex de la Vela “Araña” al bajo e Iñigo Alzueta “Kazú” a la batería. Con una propuesta próxima al heavy metal y unas letras crudas y directas, la banda arrancó el evento con la fuerza que caracteriza al estilo en que se mueven y rápidamente caldearon al máximo el ambiente en el Gruta 77.
Se les vio disfrutar sobre las tablas con canciones como “Insomnio”, con un inicio curioso ya que hicieron un pequeño fragmento de la mítica canción de “Pesadilla Antes de Navidad”, “Esto es Halloween”. Uno de los cortes que más animó al público durante el evento fue “Telas Baratas”, una canción donde los propios músicos dieron un derroche de energía descomunal.
Durante el show de la formación madrileña sonaron canciones como “Azul de Envidia” o “Invulnerable”, canciones que demuestran la enorme potencia que guarda la banda madrileña en el interior de cada uno de los músicos que la componen, y que levantaron al respetable con sendas ovaciones.
Un derroche de energía que fue in crescendo, con una retroalimentación entre público y banda que convirtió la noche en un evento espectacular, y que se reafirmó con canciones como “Mi Gran Noche”, un título que no podría estar mejor elegido ya que esta fue una de las grandes noches de Retales sin duda alguna.
Cerraron con “Nadie Está a Salvo”, otra de esas canciones que se convierten en míticas en el repertorio de una formación y que en este evento quedó claro por qué es así. Retales ofreció un show a la altura de lo que el Zombie War Fest merecía sin duda alguna, al igual que hicieron Embers of Pride y RavenBlood.
Un festival que sin hacer mucho ruido lleva tres ediciones, con carteles de bandas con una gran proyección y unos directos contundentes, que logran dejar cada año el listón de este festival más alto. Destacar el trabajo de la organización, porque conseguir montar un evento como este y que funcione todo tan rodado como pudimos ver es fruto de un trabajo concienzudo, duro y sublime que merece ser reconocido y puesto en valor.
Texto y fotos: Joseph Draven